Aunque hoy, en 2020, existen escuelas y talleres para dejar de ser un hombre violento, está claro que un diploma o una constancia no garantizan masculinidades igualitarias y pacíficas. Se requiere un proceso de revisión permanente, “que no acaba… pero es nuestra responsabilidad como seres humanos que vivimos y compartimos este planeta”. Para los integrantes de Hombres Responsabilizándose de su Vida tocar fondo detonó su deseo por cambiar, se dieron cuenta de que la violencia hacia otras personas y hacia ellos mismos sólo los mantenía ahí, en el fondo de su machismo.
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Las adicciones son violencia… hacia nosotros mismos.
Si se aplica la perspectiva de género es posible observar que en este tipo de violencia los hombres, desde temprana edad, también son protagonistas. El consumo de alcohol, tabaco y otras drogas es un imperativo para llegar a ser un verdadero hombre, “para no ser marica” a los ojos de otros hombres, éste uno de tantos ritos de paso en la construcción de la identidad masculina hegemónica. Mario Torres, terapeuta familiar, lo vivió cuando fue adolescente y ahora conoce experiencias de otros varones parecidas a la suya, las escucha cuando llegan al Centro de Integración Juvenil de Xalapa, buscando apoyo para atender sus problemas de adicciones y violencia.
Ese privilegio consistía en la mayor permisividad de consumo que tenían los hombres; sin embargo, ese “privilegio” ha dañado gravemente la salud física y mental de muchos de ellos. Manuel Vásquez, profesional de la comunicación, trabaja desde hace 20 años sobre su masculinidad, su salud física y mental; el método del grupo Hombres Responsabilizándose de su Vida fue lo que en esos años necesitó para mejorar sus relaciones afectivas.
Iván Zepeda, llegó a HR Vida con conflictos graves, “como casi todos los que llegan ahí”. Sus problemas de enojo y violencia lo llevaron a vivir un proceso de trabajo sobre su masculinidad que le ayudó a controlar su ira, mejorar sus relaciones y “ser más feliz”. “Aprendió a utilizar las palabras no para herir, sino para sanar y acariciar”. Desde entonces es narrador oral y le gusta contar cuentos sobre hombres pacíficos y empáticos.
Procurarse una masculinidad sana y no-violenta es un proceso largo y permanente. Bruno Rubio, operador técnico en estaciones de radio, no asistió de principio a un grupo de hombres, su reflexión comenzó desde la cabina, trabajando en el equipo de un programa de radio sobre temas feministas. A partir de ahí ha generado dudas e incertidumbres, pero también posicionamientos propios sobre su masculinidad.
Aunque hoy, en 2020, existen escuelas y talleres para dejar de ser un hombre violento, está claro que un diploma o una constancia no garantizan masculinidades igualitarias y pacíficas. Se requiere un proceso de revisión permanente, “que no acaba… pero es nuestra responsabilidad como seres humanos que vivimos y compartimos este planeta”, dice Bruno Rubio. Para los integrantes de Hombres Responsabilizándose de su Vida tocar fondo detonó su deseo por cambiar, se dieron cuenta de que la violencia hacia otras personas y hacia ellos mismos sólo los mantenía ahí, en el fondo de su machismo. Hablar de sus emociones les permitió respirar, y respirar les permitió controlarse y retirarse para no explotar. Hoy trabajan sobre su salud, autoestima, comunicación, espiritualidad y su identidad masculina. Seguirán trabajando en ello, de manera personal y en colectivo, porque eso les ha permitido ser más felices, y la felicidad se puede procurar día con día.
Ve el conversatorio “Sexualidades, género y adicciones: construcción y costos de la masculinidad”:
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