Deseo y violencia: la transición de la masculinidad migrante.
Migrar, salir de casa, dejar a tu familia, tus hijos, tu pareja, a tus padres y amigos. Moverte para salir adelante, para buscar otras oportunidades, aunque en ello se quede la vida. Migrar no es sólo un acto de movilidad, implica amor, vínculo, deseos, miedos y aspiraciones del futuro. Ana Yanci Espinoza es directora de La Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, desde su labor como investigadora, pero también como activista ha presenciado cómo es que ha cambiado el flujo migratorio en las últimas décadas. Ella es de Costa Rica, su acento la delata, y su investigación, aunque aún está en proceso busca esbozar los cambios significativos que, desde su perspectiva, no hay que perder de vista, como la movilidad familiar, la infancia migrante y los efectos de la violencia y el crimen organizado en los fenómenos migratorios. Ella invita a mirar el tema desde lo interseccional en la vida del migrante, es decir, quiénes eran cuando salieron de sus hogares, quiénes son en su tránsito y quienes quieren o logran ser en su lugar de destino.
Los migrantes se convierten en una mercancía para los coyotes, o para las redes de migrantes que se dedican a “trasladarlos” de un punto a otro. Ana Yanci, explica que la cosa no es sencilla porque las redes son tan complejas que trabajan de forma transnacional y muchas veces están vinculadas con el crimen organizado. Aunado a ello se suman las condiciones precarias en las que son trasladados los migrantes, explica la activista, porque básicamente las personas pierden su sentido de humanidad.
Mientras avanza en su presentación Ana comparte fotografías que ha recopilado a lo largo de estos años, en la primera se ve a una niña de unos 3 o 4 años acompañando a su padre en el trayecto; más adelante las fotografías muestran las olas migratorias que salen de sus regiones por la violencia, la inseguridad y la falta de oportunidades, se distinguen niños, niñas, mujeres y hombres de todas las edades. Con esta investigación Ana Yanci busca que la migración también se documente con perspectiva de género.
En la migración las principales víctimas y los principales victimarios son los hombres, pero Ana Yanci, ha identificado que las mujeres poco a poco también se han integrado a los círculos del crimen organizado, por ejemplo, para enganchar víctimas de trata o para pasar desapercibidas y ejecutar un delito.
La investigación que realiza Ana Yanci aún está en curso, su experiencia y contacto con los migrantes le ha impulsado a documentar cómo es que viven el trayecto entre uno o más países, cómo este trayecto les cambia la vida y de qué manera la violencia y el crimen organizado dificultan su traslado. Mucho es el trabajo que se realiza sobre la migración en el mundo, dice esta investigadora, pero entender el tema y documentarlo con perspectiva de género abre otras posibilidades para acercarnos a la realidad que viven miles de personas en tránsito, los riesgos a los que se enfrentan, las condiciones en las que se movilizan y las realidades que encuentran en su camino: violencia, xenofobia, discriminación o trata. Como dice esta investigadora: Migrar no es sólo un acto de movilidad, implica amor, vínculos, deseos, miedos y aspiraciones del futuro.
**Escucha la presentación completa “Migración, masculinidad y crimen organizado” como parte de los conversatorios organizados por la fundación Justicia y Género.
