Un taller no cambia la vida, pero sí hace visible el privilegio para quien goza de él
El primer encuentro fue con un grupo de hombres, mecánicos, que en cuanto vieron a Marcela se dispersaron hasta que solo quedó el dueño del taller con su esposa. El segundo intento fue con un grupo de choferes con los que buscaba hablar sobre acoso… nadie llegó. El tercer intento fue con ese mismo grupo de hombres, llegaron una hora tarde, pero… ¡llegaron! y entonces la exploración de Marcela Hernández Oropa inició: ¿Cómo es que llegaron aquí? les pregunta Marcela, una mujer delgada, menudita, pero de fuerte presencia que se ha movilizado por distintas causas para construir procesos de justicia e igualdad en México; entre ellas la ley Olimpia. Las miradas de esos hombres son de rechazo, de aburrimiento, de fastidio… pero a unos cuantos la pregunta les hizo sentido y empiezan a resonar las respuestas.
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Ahora, qué creen que está pasando con los hombres… les pregunta después de compartir con ellos algunas estadísticas de acoso que arrojan datos fuertes, por ejemplo, que todas las mujeres se han sentido inseguras en el transporte público y una gran parte ha sido agredida en él; hay quien se sorprende de conocer estos datos, y también quien se incomoda. El proceso de Marcela fue de introspección, de llevarlos a escenarios comunes que seguramente muchos han visto o ejercido.
Conforme avanza la charla, Marcela percibe el cambio en el semblante de los hombres que asistieron, muchos de ellos jamás habían reflexionado sobre estos temas, de hecho pensaban que hablar de masculinidades solo se trataba de violencia hacia las mujeres; estaban mucho más receptivos y participativos, compartieron dudas, incertidumbres y también miedos…algo que quizá nunca habían hecho.
Los privilegios son invisibles para quien goza de ellos. Explica Marcela Hernández, mientras recuerda esta experiencia que busca compartir porque quien imparte un taller sobre estos temas tiene una gran responsabilidad. No sólo es hablar y poner diapositivas, es empatizar con el otro, abrir puentes de diálogo y generar procesos reflexivos que saquen a los asistentes de su zona de “confort”
Hablar desde la empatía es muy importante, dice Marcela Hernández, quien recuerda como una gran experiencia el trabajo que hizo con este grupo de hombres. Sabe que para propiciar un cambio es necesario trabajar más allá de un taller, pero los procesos de reflexión son muy valiosos porque interpelan experiencias personales que empatizan y propician cambios por voluntad y no por imposición, es como mostrar una realidad en un espejo, sin confrontar. Al terminar la charla los hombres no se esperaban el resultado, al principio parecía que asistían a una sesión en donde serían regañados y enjuiciados por sus acciones, pero conforme avanzó la dinámica poco a poco cambiaron el -yo nunca he acosado- por el silencio reflexivo que se transformó en -no sabía que eso era acoso- muchos lo han practicado, o incluso lo habían normalizado desde su infancia y adolescencia, esta charla les permitió salir de sus lugares cómodos y reflexionar brevemente sobre su actuar cotidiano… -obviamente no se logra mucho en una charla de dos horas- dice Marcela, pero lo importante es empezar a generar esos espacios entre la comunidad, espacios de reflexión que propicién la visibilización de nuestras actitudes violentas que muchas veces nacen desde el privilegio. Marcela es una mujer fuerte, decidida y comprometida con el trabajo en masculinidades, hoy también es coordinadora de la red Latinoamericana Cómplices por la igualdad.
Escucha la charla completa con Marcela Hernandez Oropa en nuestra página maestra en Políticas Públicas y Género por FLACSO y co-cordinadora de la red Nacional Cómplices por la igualdad.