El proceso de cambio en las conformaciones familiares corre a la par de los cambios económicos. Los hogares continúan disminuyendo en número de integrantes y a partir del nuevo milenio los jóvenes en edad reproductiva hablan sobre el deseo de no tener hijos, otros esperarán hasta edades más adultas para formar una familia, sin que ello signifique contraer matrimonio. José Olavarría, doctor en Sociología, apunta: es importante que en las distintas relaciones familiares, estén presentes los derechos humanos, la participación y la afectividad de todos los integrantes de la familia.
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Cambios. Los tiempos cambian y con ellos el orden de género.
José Olavarría, doctor en Sociología, señala a los años 70’s como la década en que el “contrato de género” entró en crisis y comenzó el proceso de cambio. Antes de esa época la mayoría de las familias se conformaban por papá, mamá e hijos; el padre proveía económicamente, la madre “se reproducía”, cuidaba el hogar y a los niños. El industrialismo y el capitalismo de esos años promovieron un modelo de masculinidad: hombres preparados para trabajar y llevar el salario a sus familias. Existió cierta estabilidad en los contratos de trabajo, salariales y en las relaciones familiares, pero en los 70’s comenzó el proceso de globalización y el surgimiento de la economía neoliberal, la precariedad en las condiciones de trabajo tuvo consecuencias en el núcleo familiar.
“Yo quería tener 6, 8 o 10 hijos como mis padres, pero al tercero dije: ya no”. Esta idea fue común en las personas que ahora tienen alrededor de 60 años. Su generación rompió drásticamente con la conformación de familias extensas, también comenzaron a ser más visibles las familias donde sólo estaba mamá o papá. José Olavarría hace notar que los cambios económicos provocaron una “crisis familiar”.
El proceso de cambio en las conformaciones familiares corre a la par de los cambios económicos. Los hogares continúan disminuyendo en número de integrantes y a partir del nuevo milenio los jóvenes en edad reproductiva hablan sobre el deseo de no tener hijos, otros esperarán hasta edades más adultas para formar una familia, sin que ello signifique contraer matrimonio.
En las primeras décadas del siglo XXI, las parejas retrasan su maternidad y su paternidad hasta realizar sus objetivos académicos, profesionales y una estabilidad económica. Cada vez son menos las personas que piensan en conformar una familia tradicional, lo que en muchos casos provoca “tensiones y conflictos”.
“Nooo ¿cómo crees?, con esto de la pandemia ni pensar en tener hijos. ¡Está cañón!”.
En 2020, la pandemia de coronavirus Sars-Cov-2 ha tenido consecuencias trascendentes en la salud, la economía y en los planes a futuro de las personas, eso incluye los deseos de formar una familia y tener hijos. Muchos jóvenes en edad reproductiva ven un futuro incierto, y eso refuerza su decisión de no ser padres o madres. Quienes continuarán con sus planes de procrear conformarán familias poco tradicionales, porque la organización del trabajo y la distribución del tiempo se transformaron. A esto, se le suman otros cambios sociales y familiares como el matrimonio igualitario, la monoparentalidad, la paternidad social… es decir, en el siglo XXI las familias son muy diversas y continuarán diversificándose, por lo que “el contrato social entre las personas se reformulará”, dice el doctor Olavarría, y agrega: es importante que en esas distintas relaciones familiares estén presentes los derechos humanos, la participación y la afectividad de todos los integrantes de la familia.
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