¡Estamos embarazados!
Es una frase que se ha vuelto popular entre las parejas que anuncian el embarazo como un proceso de dos… más allá de lo biológico. Rosa María, doctorante en psicología, platica sobre sus primeros acercamientos al tema, las experiencias de aquellos hombres que compartieron con ella su incursión a la paternidad. Las preguntas de la investigadora sacaron a varios hombres de su zona de confort y los llevó a repensar: ¿sí habían vivido el embarazo con el cuerpo?, entre risas, sorpresa y un poco de incomodidad los padres respondieron rotundamente -¡No! ¿cómo crees? La que llevaba al bebé en el vientre era mi esposa. Yo sólo la acompañé y apoyé.- pero insistente, Rosa María no se rinde y plantea el tema de la siguiente manera
Escucha el programa completo:
Inicia la labor de parto, la pareja corre al hospital; el padre que asistió a todas las citas médicas con puntualidad y se involucró desde el principio en el embarazo, una vez que vio a su hija, se paralizó, se sintió incapaz de cuidarla. -Es que por lo regular no se nos enseña a cuidar de otros, ni siquiera de uno mismo-; Es algo común, retoma Rosa María, porque el efecto del aprendizaje cultural se materializa en el cuerpo de los hombres.
Rosa María profundizó en las experiencias paternas y las sensaciones que los hombres tuvieron durante el parto, la empatía ante el dolor, la preocupación por su pareja y el bebé, la impotencia por aligerar el malestar y la satisfacción emocional de saberse cuidadores… ella nota en cada padre como les brilla la mirada cuando hablan sobre sus experiencias paternas, por eso insiste en el tema del cuerpo como un espacio para generar vínculos en el cuidado.
Siete hombres compartieron su experiencia paterna con Rosa María, no todos reconocían la paternidad en su cuerpo, pero conforme avanzó la charla con esta investigadora, identificaron que el cuerpo, SU cuerpo, les había permitido generar vínculos distintos con sus hijos. Las risas, las miradas, los olores, los sonidos, el contacto cuerpo a cuerpo con sus hijos despertó en ellos su derecho a la ternura, y el cuidado como parte de los placeres de la paternidad.
Al final de las entrevistas los papás estaban sorprendidos de reconocer en su cuerpo la capacidad de generar vínculos. Abrazar, alimentar, cuidar, bañar, dejaron de ser actividades aisladas y les otorgaron otros significados de acercamiento y emoción. Algunos, incluso, se remontaron a las sensaciones que vivieron, junto con su pareja, durante el embarazo: antojos, nauseas, aumento de peso, sueño excesivo, cansancio. Desde ese momento, ustedes empezaron a formar vínculos, su cuerpo se preparó para recibir al bebé– les dice Rosa María con una sonrisa de satisfacción al ver que estos padres empiezan a reconocer los efectos del embarazo, el parto y la crianza como propios. –yo también tuve dolores durante el parto- dice uno de los participantes medio apenado –a mí me pasó algo similar- le responde otro. Mientras las entrevistas llegan a su fin, Rosa María está satisfecha con el resultado porque sabe que re significar el cuerpo de los padres es un primer paso para promover el cuidado como parte del placer de la paternidad: el ejercicio pleno de su derecho a la ternura.
Escucha la participación completa de la Rosa María Ramírez de Garay, Doctorante en psicología por la UNAM, durante el décimo congreso de la AMEGH, realizado en la Escuela Superior de Actopan, Hidalgo.
Agradecemos a la Asociación Mexicana de Estudios de Género de los Hombres las facilidades otorgadas para la realización de este programa.
