Me quedé a 98 metros de pisar la cima del Everest… Elsa Ávila hace un cruce de experiencias en el intermedio entre su primer intento de subir el Everest, su maternidad y sus ganas de conseguir aquellas metas inconclusas. Cuando cuenta su historia sobre el momento en el que retomó la idea de querer alcanzar la cima de esta montaña, uno de los cuestionamientos que le hicieron y aún ahora en sus charlas surge la misma duda es: -Pero si ya tenías hijos… ¿por qué? – Ella explica que ningún proceso debería estar peleado con otro y que su maternidad más que una excusa para no hacerlo, fue un impulso más para intentarlo.
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Elsa partió hacia los Himalayas nuevamente, pero con más experiencia, con las vivencias de otras cimas conquistadas y con la convicción de que siempre se puede lograr aquello que nos es negado. Para ella escalar el Everest y llegar a la cima fue romper con una serie de prejuicios y machismos que se viven de manera cotidiana. La cima fue una celebración a su independencia, su autonomía y su libertad.
Elsa Ávila comparte que hay muchos factores que pueden coartar la libertad de explorar el potencial que tenemos los seres humanos, y en específico hay una anécdota que recuerda con ternura y un poco de dolor, se trata de una entrevista, su hijo, su profesión y las barreras de género.
Quienes son padres tienen la oportunidad de cambiar y darle un giro a las construcciones rígidas de género que habitan en el mundo. Fuera de idealizaciones románticas de la maternidad, Elsa cuenta que sus hijos han sido grandes maestros de vida, y le han dado la oportunidad de crear historias diferentes en donde, como personas plenas y felices, pueden inspirar el mundo.
¿Quién rompe estos pactos patriarcales? cada uno de nosotros, responde contundente Elsa Ávila, la primera mujer latinoamericana que conquistó la cima del Everest. Su sensibilidad y resiliencia le han permitido posicionarse desde un espacio de reflexión constante, como montañista, como madre, como pareja, como hija y como una mujer fuerte, independiente y autónoma que no lucha contra el mundo, al contrario, lo habita, lo vive, lo explora, lo disfruta y se atreve a soñar, como ella dice, para romper los marcos de referencia con los que creció, esos que la limitaban, que la discriminaban o que le decían un contundente NO. Podemos cambiar el mundo, explica Elsa, desde nuestro cotidiano, desde nuestras acciones diarias, desde la forma en la que vivimos, convivimos y habitamos cada espacio. Se trata pues de crear historias diferentes en donde, como personas plenas y felices, podamos inspirar a la humanidad.
Escucha la sesión completa del Seminario Académico Institucional ¿cómo construimos pactos no patriarcales? Organizado por el Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR).
