Lo virtual es real, porque también es un espacio que las personas habitamos.
Cuando nos conectamos, mantenemos relaciones con nuestra familia, amigos, conocidos, y también con desconocidos. Sin embargo, las dinámicas de convivencia son diferentes a la vida offline, porque al estar detrás de una pantalla, las interacciones suelen ser más superficiales y muchas veces violentas. Hay violencias digitales que se han normalizado, entre ellas, la violencia sexual hacia las mujeres. Compartir packs, grabar y distribuir vídeos sexuales sin consentimiento, son prácticas cotidianas que realizan muchos hombres a través de redes sociales. Marcela Hernández Oropa, integrante del Frente Nacional para la Sororidad y de la red Cómplices por la Igualdad, señala que esa violencia sexual está relacionada con el mandato de hipersexualidad de la masculinidad.
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La convivencia en internet tiene características particulares: la posibilidad de permanecer en el anonimato, de hacer viral algún contenido, también el riesgo de no poder eliminar del todo lo publicado y, otra característica preocupante, es la precaria legalidad que aún existe en las redes sociales. Hay usuarios que se aprovechan de esto para violentar, y hay otros que hacen daño publicando o compartiendo ciertos contenidos sin ser conscientes de sus actos en las redes, en todos los casos es fundamental tener en cuenta que “lo virtual es real”.
Me gusta, me encanta, compartir… dar y recibir estas reacciones se ha vuelto una obsesión para usuarios de todas las edades en las redes sociales. En ese afán por conseguir likes y ser popular en el mundo virtual, se generan violencias con grandes costos para las víctimas. La violencia virtual es una cadena en que participan de distintas maneras los generadores, prosumidores y consumidores de contenidos.
En 2021, con la Ley Olimpia, se dio un importante avance para castigar y prevenir la violencia digital. Comienzan a existir mecanismos más funcionales para atender esta violencia, y Marcela Hernández, considera que también hay acciones que se pueden realizar para disminuir en mayor medida la violencia digital.
En 2021 fue muy conocido el caso de la youtuber YosSTop. Ella fue detenida, procesada y encarcelada por “almacenar y distribuir el vídeo de una violación” a una joven mexicana. El caso obtuvo mucha atención mediática y se convirtió en un ejemplo representativo del castigo a un acto de violencia digital. Sin embargo, aún existen muchos aspectos que deben mejorar para permitir a las víctimas acceder a la justicia y reparación del daño. La maestra Marcela Hernández Oropa, también es enfática en que se debe cuestionar el papel de las empresas de redes sociales que permiten la existencia y distribución de estos contenidos en las plataformas, con el único objetivo de atraer usuarios y generar ganancias económicas. Ahí hay una responsabilidad de la que poco se habla, pero que en opinión de la maestra Oropa, debe visibilizarse para evitar el daño que provoca esa violencia digital. Como hombres es necesario ser conscientes de que nuestras interacciones en la red tienen consecuencias, y algunas pueden ser violencias graves, porque lo “digital es real”.
Ve completa la conferencia “El papel de las redes sociales en la normalización de la violencia sexual”. Noviembre de 2021.
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