Algoritmos de la sexualidad, educación y entornos digitales.
Pablo López se ha dedicado por mucho tiempo a la educación, el proyecto del que actualmente forma parte surgió en 2012, una vez que se popularizó el uso de teléfonos móviles en su natal Uruguay; desde tiempo atrás él sospechaba que sería necesario documentar los efectos colaterales del uso de la tecnología, aunque no llegó a calcular la dimensión del problema hasta que se topó con él de frente. Durante muchos años ha dado talleres de educación sexual a niños, niñas y adolescentes; las historias con las que se ha encontrado son de todo tipo, y admite que muchas de ellas lo han rebasado. Los entornos digitales, algoritmos y la tecnología, imponen estándares y forman parte de un ritual del iniciación en el descubrimiento sexual de los más pequeños.
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Basta con click, con escribir lo que buscan o incluso con utilizar el comando de voz para que velozmente se desplieguen en los buscadores miles de opciones respecto a un tema. Esto ha dejado helado a Pablo en varias ocasiones, porque al convivir con niños, niñas y jóvenes se ha dado cuenta de que sin salir de casa están expuestos a la violencia sexual digital.
Ya pasada la adolescencia Pablo se ha encontrado otros problemas fuera de lo digital; jóvenes y adultos han encontrado en la red una forma de conocer gente para salir, hacer pareja o para encuentros “casuales”; entran a páginas de citas, visitan varios perfiles, mandan o les envían invitaciones… todo sucede desde una pantalla. Estas prácticas cada vez son más frecuentes y junto con ellas los casos de violencia que no se denuncian… porque –qué pena que se enteren que conocí a alguien por internet- le han dicho a este investigador quienes han tenido experiencias desagradables en los ligues por internet..
Pablo se ha encontrado en sus talleres de educación sexual una larga lista de problemas, desinformaciones y violencias vinculadas con el consumo de pornografía a edades tempranas. Con voz sorprendida, admite que le inquieta saber que algunos jóvenes han manifestado la necesidad de estar expuestos a la pornografía para poder mantener una relación sexual y en más de una ocasión se ha enfrentado a la pregunta ¿es normal que me pase eso?
Los algoritmos son los nuevos acompañantes de chicos y grandes, internet sabe lo que te gusta o lo que podría gustarte y lo pone a tu disposición, ¡click! Y ahí está. La violencia digital es real, niñas y niños están expuestos a sobreinformación,/ para su edad. Cómo dice Pablo, no se trata de moralidad, sino de realidades y del impacto que tiene la exposición de contenidos sexuales, fetichistas y violentos en internet a temprana edad. De acuerdo con el Instituto Federal de Telecomunicaciones, en México, el 20% de los niños entre 8 y 12 años tienen un celular; también existe evidencia de que el 75% de jóvenes, entre 13 y 17 años, tiene una adicción al uso de internet y teléfonos móviles. Internet se ha convertido en un nuevo ritual de iniciación para niños y niñas, rituales que repercutirán en su vida adulta, en las relaciones que entablen y en este caso, el ejercicio de su sexualidad. El entorno digital ha cambiado muy rápido y no existen protocolos de acción para disminuir el riesgo de la violencia sexual que pueden vivir los niños y adolescentes desde la red. Es por eso que Pablo invita a los padres, madres, abuelos, abuelas, los niños y niñas a que exploren los espacios digitales juntos, porque por el momento el entorno familiar es la opción más segura para las generaciones por venir y que verán en los espacios virtuales su realidad cotidiana.
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