Desde 2006 cruzar por México es peligroso, las bandas criminales también descargan su crueldad con los indocumentados, eso lo saben ellos; sin embargo, tomar riesgos también es parte de ser hombre. En 2010 los Zetas asesinaron a 58 hombres y 14 mujeres migrantes en San Fernando, Tamaulipas; uno sobrevivió y contó la historia que retoma Oscar Misael Hernández, investigador del Colegio de la Frontera Norte en Matamoros, Tamaulipas.
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“No hay grupos vulnerables, hay grupos vulnerados” y entre ellos están los migrantes.
72 migrantes llegaron a Tamaulipas en agosto de 2010 para hacer el último trayecto a tierras estadunidenses, venían de Centroamérica y Sudamérica. A 150 kilómetros del sueño americano, en el municipio de San Fernando, los interceptaron hombres con el rostro cubierto y rifles de alto calibre en las manos, los desviaron hacia un rancho abandonado y entre gritos e insultos los formaron dentro de una construcción en ruinas. Hubo unos segundos de silencio… después, los disparos terminaron con la vida y la pesadilla de 71 migrantes, el que sobrevivió contó la historia que retoma Oscar Misael Hernández, investigador del Colegio de la Frontera Norte en Matamoros, Tamaulipas.
El sobreviviente, Fredy Lala Pomavilla, logró llegar hasta un retén del ejercito en la carretera, donde con poca fuerza y atropellando sus palabras explicó a los militares lo sucedido. Horas después, más de 200 uniformados llegaron al rancho abandonado, encontraron a los migrantes amontonados, con los ojos vendados, maniatados…ensangrentados.
Desde 2006 cruzar por México es peligroso, las bandas criminales también descargan su crueldad con los indocumentados, eso lo saben ellos; sin embargo, tomar riesgos también es parte de ser hombre. Los Zetas fueron quienes asesinaron a los 58 hombres y 14 mujeres migrantes en San Fernando. Cuando elementos de la marina los detuvieron, los criminales dijeron haber cometido la masacre por creer que eran “contras”: personas que pertenecían a un grupo delictivo contrario.
La ardilla, el kilo y el wuache, son algunos de los Zetas detenidos; son bajitos, miden alrededor de 1.60 y rondaban los treinta años cuando los detuvieron. “No tienen miedo de matar, ni de ordenar matar”, porque su masculinidad, ha sido “moldeada por el necropoder y la necropolítica”.
Fredy caminó hasta encontrar el reten de soldados en la carretera. Una bala le había rozado el costado del cuello, pero tuvo fuerza para guiar a los soldados hasta el lugar donde yacían los cuerpos de sus acompañantes. Al llegar, un grupo de jóvenes Zetas que resguardaban el lugar abrieron fuego, se dio un enfrentamiento que la autoridad militar no dio a conocer. “Nos quebramos a varios, yo anduve ahí, eran ellos o nosotros; si nos hacen frente los matamos, al fin que esos ya no valen como hombres, son cobardes”, le dijo un marino a Oscar Misael.
“El cuerpo y la masculinidad son construidos, deconstruidos y mantienen relaciones de poder en un contexto de violencia”. Esto es castigar la crueldad con crueldad, es decir, la necropolítica hace uso de la necrojusticia, es la hiperviolencia criminal que se nombra y se denuncia con el propósito de poder comenzar un proceso de rehumanización.
Escucha la conferencia completa “Necropolítica del cuerpo y la masculinidad en la masacre de migrantes en San Fernando, Tamaulipas”, del doctor en Antropología Social, Oscar Misael Hernández Hernández. (inicia a los 26 minutos)
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