En países como Costa Rica, México, Canadá, Estados Unidos y otros países europeos los discursos de odio a las diferencias se manifiestan en la vida cotidiana y también en el espacio digital, en las redes sociales. Preocupados por esta realidad, diversas organizaciones internacionales comienzan a formular medidas para castigar “los delitos de odio en Internet”, y también, promueven acciones para sensibilizar a la sociedad y prevenir crímenes graves. A los gobiernos les toca fortalecer el estado laico y garantizar los derechos humanos de las personas; nosotros, los ciudadanos, podemos optar por dialogar y ser empáticos, fuera y dentro de las redes sociales.
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Organizados y con presencia internacional: así son los grupos conservadores en el siglo XXI.
Por ejemplo, en Costa Rica continuamente surgen grupos de hombres en contra de la igualdad de género. Ellos no aceptan la integración de las mujeres en el ámbito público, sus ideas les dictan que “las mujeres pertenecen al hogar”; y si se habla de diversidad sexual o de género, sus caras muestran desagrado, repulsión… para ellos es un tema inconcebible. Algunos de estos hombres han visitado el Instituto WEM, espacio que promueve la reflexión en favor de masculinidades sanas y equitativas, y en donde Álvaro Campos Guadamuz es facilitador. Las ideas que esos hombres manifiestan chocan con las de Álvaro, pero le han permitido conocer la existencia de grupos conservadores en Costa Rica.
El discurso conservador se modifica y adapta a temas del siglo XXI, incluso, usa argumentos basados —desde su punto de vista— en la ciencia y los derechos humanos. Esos grupos también aprovechan la tecnología para formar redes nacionales e internacionales, organizan “proyectos globales” que impulsan la llegada de líderes conservadores a gobiernos de distintos países latinoamericanos.
Esa historia la hemos vivido en toda Latinoamérica, desde México hasta Argentina. Los candidatos son guapos o carismáticos, sonríen y usan expresiones cercanas al pueblo, además son religiosos; no desaprovechan la oportunidad de aparecer junto alguna imagen católica. Lo hacen porque la religión influye de forma determinante sobre las preferencias electorales de las personas, y también, sobre las ideas en torno a las identidades de género. Para Juan María Cuevas Silva, investigador en temas de bioética, esto es común en Colombia, en donde “no existe una constitución laica”.
El conservadurismo también se extiende al norte del continente, pero con otros matices. En Canadá las ideas religiosas no guían el discurso de estos grupos. Allá “los hombres blancos” se organizan para salir a las calles, usan los medios de comunicación, toman las posiciones de poder e imponen sus juicios racistas y homófobos. Para Eloy Rivas Sánchez, esto es desconcertante porque Canadá fue pionera en el tema de masculinidades e igualdad.
“Ellos son gais y van a convertir en gais a todos los hombres… ¡cuida a tus hijos!”, a Álvaro Campos antes le causaba risa esta afirmación; pero ahora, en 2019, le causa preocupación la repetición constante de este discurso de odio en contra del trabajo con hombres y su masculinidad. Eso sucede en Costa rica, pero al norte del continente, en Canadá, Eloy Rivas escucha otras agresiones, otros discursos de odio, principalmente contra la igualdad racial y la diversidad de género. En México, las preferencias políticas, la clase social y la pertenencia a movimientos sociales como el feminismo, también son motivo de agresión y discriminación. Podemos constatarlo diariamente en la calle, y también en el espacio digital, en las redes sociales. Preocupados por esta realidad, la Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea y diversos países como Nueva Zelanda y México, comienzan a formular medidas para castigar “los delitos de odio en Internet”, y también, promueven acciones para sensibilizar a la sociedad y prevenir crímenes graves motivados por el odio a las diferencias. A los gobiernos les toca fortalecer el estado laico y garantizar los derechos humanos de las personas; nosotros, los ciudadanos, podemos optar por dialogar y ser empáticos, fuera y dentro de las redes sociales.
Escucha el panel completo: “Cuerpo y Educación en el Desaprendizaje de Género”.
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